Querida María,

Imagino que después de tu paso te has dado cuenta que el puertorriqueño es un ser humano de costumbre. Que odia esperar, madrugar, los tapones, caminar, las filas, la comida enlatada, el agua fría, los vecinos, el calor, el frío, el aire seco, que le hablen en la mañana, que no haya café, dormir desde temprano, los mosquitos, moscas, insectos, plagas, la luz del sol en la cara y un sin número de cosas usuales que el resto de la humanidad soportaría.

Con tu furia te llevaste la luz, el agua, la señal telefónica y el internet. Obligaste a las personas a participar de una clase teatral imaginaria en las plazas de los pueblos, donde todos los protagonistas personificaban la estatua de la libertad levantando sus celulares al cielo, como la estatua a la antorcha y todo para obtener una raya en la señal que no servía para nada.

Tumbaste postes de concreto y techos de casas. Haz arruinado las rutas de chinchorreos, los “secrets spots” que todo mundo conoce, pero siguen siendo secretos. Sin embargo, dejaste las torres del auto expreso y las estaciones de peajes intactas. ¿Por qué no las derribaste, así como Márquez derribó a Pacquiao? ¡Debiste haber hecho el trabajo completo, María!

Como bien sabes los boricuas son amantes de los centros comerciales. Les encanta coger aire y wifi gratis, mirar las vitrinas, merodear, tirar snaps con los outfits sin comprar, mientras verifican sus cuentas en la app del Banco Popular, pero a tu paso el centro comercial fue utilizado para enchufar y cargar  hasta el ipod nano de primera generación. Ese, el que tenía un playlist de DJ Playero treinta y cuatro.

No puedo dejar fuera a los fieles catadores de muestras de comida de Sams y Costco, las que tú le quitaste por meses.  Y ni creas que te podrán perdonar por dejarlos sin la bebida más refrescante y casi tan necesaria como el agua, la Coca Cola y eso sin mencionar que les quitaste el Netflix. Los dejaste sin la última temporada de Velvet y El Chapo.

Dejaste un pueblo que nunca tiene dinero en efectivo, sin servicio de ATH. Y encima los llevaste a restaurantes con menús limitados. Donde no hay kétchup, papas, huevo, jamón, hielo, refresco, agua, carnes, mantecado, no había MOFONGO, ¿María sabes lo que es, no comer mofongo por meses? Los obligaste a comer cosas verdes y enlatadas en lugar de todas esas cosas saladas y con grasita que tanto les encanta.

Implantaste nuevas tendencias en la moda, como el estrujaito, la paleta nueva de colores a combinar, los tenis combinados hasta con trajes y cambiaste los peinados de temporadas por recortes coco pelao’, pelos lacios a rizos, donas y trenzas.

Finalmente, como si no fuera poco, después de ser atacados por la Porcina, el Dengue, la H1N1 y el Zika, tu María, tú los atacaste con orín. Traíste leptospirosis enfermedad que ya existía pero que renació ante los ojos del humano. Creaste un caos en los hogares, en los centros de salud del país y los campesinos de esta pequeña isla entraron en estado de pánico queriendo vacunar hasta el perro.

María, no hacías falta y llegaste para quedarte. Cambiaste un país entero y creaste una nueva realidad a la que nadie estaba acostumbrado.

No te lo agradecemos.

Por: Mariela Márquez

LolaMento

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *